El mundo amazigh, que tiene diversos orígenes, objeto de debate aún hoy en la comunidad científica, se desplegó, al menos desde el Neolítico, por un amplio territorio que cubre desde Egipto hasta Marruecos, incluyendo las Islas Canarias y pasando por el norte de Níger, Mali y Mauritania. Comparte su identidad lingüística con el tamazight y cuenta con un alfabeto común, el tifinagh.

En el mundo amazigh, cualquier acción de adornarse se asocia con algún significado de protección y de eterno retorno. La acción de acicalarse, adornarse, cubrir, decorar, declara un determinado estatus, una identidad de grupo específica. Los adornos, tejidos o cerámica, lejos de constituir accesorios, son esenciales y constituyen una especie de filtro físico o mágico, un dispositivo total que protege el cuerpo, el espacio doméstico y, en sentido más amplio, el espacio social global. Desde los cuerpos tatuados hasta las joyas, pasando por los objetos domésticos, velas o tensores de tiendas de campaña, paredes y puertas de las casas, vamos a descubrir los mismos motivos, formas, símbolos, que no solo son decorativos sino que desempeñan una triple función: estética sin duda, pero también terapéutica y apotropaica, siendo una marca social y de género. Determinados límites del espacio social amazigh tienen un significado claro que se expresa de formas diferentes mediante palabras, actitudes, representaciones, y gracias a rituales específicos en torno a los umbrales y puertas, porque marcan o establecen los límites entre el exterior y el dominio del hogar, que sigue reservándose fundamentalmente a las mujeres.

Desde sus primeros mitos, la matriz a partir de la cual se piensa que nació la cultura amazigh fue femenina: la exposición se abrirá con las figuras fundadoras de las diosas madres, que se asocian simbólicamente a la figura fértil y protectora del círculo. El recorrido por la exposición explorará estas nociones de umbrales y círculos protectores, que están en el núcleo de la cultura amazigh y que la estructuran, para seguidamente centrarse en los objetos, superficies, formas y signos en los que se encarnan de manera material: signos abstractos, geométricos, pero también a veces signos figurativos (tortuga, pez, rana, espiga de trigo u ojo, figuras antropomorfas, etc.). Se insiste en la característica cíclica de la naturaleza (la luna, el regreso de la primavera, las cosechas) relacionada con los gestos y habilidades de las mujeres (alfarería, tejido, teñido con henna, cestería, tatuajes,...), y también las de los hombres que practican tradicionalmente la orfebrería.

Es una exposición que nos ofrece la oportunidad de poner en cuestión el concepto de "permanencia bereber" y las transmisiones y circulaciones contemporáneas de este patrimonio dentro de la gran diáspora amazigh, tanto en el campo de la creación artística como en el de la cultura popular. Sin por ello omitir la valoración o incluso la apropiación cultural a la que actualmente se ve sometido este patrimonio.

Se van a exhibir unos 150 objetos y obras que van desde el siglo XIX hasta la actualidad, además de algunas piezas arqueológicas, entre joyas, cerámica, textiles, cestería, esculturas, herramientas, fotografías, vídeos, instalaciones, archivos pertenecientes principalmente a las colecciones del museo Pierre Bergé del Arte Bereber, de la Fundación Jardin Majorelle de Marrakech y a las del Mucem, pero además también procedentes de colecciones públicas y privadas canarias, marroquíes y francesas, así como de diversos artistas.

Comisaria :  
Salima Naji, arquitecta DPLG y doctora en antropología
Françoise Dallemagne, encargada de las colecciones e investigación del Mucem
Amélie Lavin, conservadora jefe, responsable de la sección Cuerpos, apariencia, sexualidad del Mucem
Alexis Sornin, director de los museos Yves Saint Laurent Marrakech y Pierre Bergé del Arte Bereber

Exposición diseñada en colaboración con la Fundación Jardin Majorelle, Museo Pierre Bergé del Arte Bereber de Marrakech.